Hace poco presentábamos aquí mismo el Trailer de Pedro Tembury “La Primera Ola”. Cuando Pedro acudió al Club para ponerle en contacto con vosotros y así recabar información, todavía no conocíamos este hecho, que por lo menos da una nueva pincelada a lo ya escrito acerca del Surf de la época (por ejemplo en el muy interesante artículo de Costa Surf con aportes de Willy Uribe).
Así es la vida, a veces en las situaciones más extrañas podemos encontrarnos con hechos que nos sorprenden, sobre todo por su originalidad y a veces por encontrarse totalmente fuera de contexto. Este es uno de esos casos. Sin embargo , lo más sorprendente en este relato es que el protagonista no tenía relación alguna con el mundo del Surf. Simplemente le atrajo la idea de crear algo en lo que entonces pocos creían.
Román Martinez de las Rivas, Restaurador de profesión, tiene un taller y en paralelo imparte clases de restauración. Casualmente, en una de ellas aparece un protagonista que protagonizó un curioso e interesante episodio en relación al mundo del Surf. Dada su avanzada edad y el breve tiempo que duró su aventura , no trasladó demasiada información a Román pero la suficiente para conocer hechos desconocidos y sorprendentes hasta ahora.
Por desgracia y como suele pasar en estos casos, no quedan vestigios de aquella aventura excepto en la memoria del protagonista y estas fotos que aportamos. No cabe duda este es otro episodio que explica cómo se empezó a gestar lo que ha llegado a ser un verdadero fenómeno en España.
El Presi
El descubrimiento
por Román Martínez de Las Rivas.
Un conocido mío, Javier Elorriaga, actualmente de 75 años y de profesión ingeniero, se encuentra en mi taller de Restauración donde además de restaurar, impartimos clases técnicas. Desde el principio vi que Javier tenía verdadera pasión por este arte y se volcaba en ello por completo. Tal fue mi sorpresa que me aventuré a preguntarle si ya había hecho este tipo de trabajos anteriormente. Comenzó a contarme épocas de su vida y entonces hilando una cosa con la otra, me reveló esto que os cuento a continuación.
Desde muy pequeño se sintió atraído por las maquetas de todo tipo. Imagino que ya por eso estudió posteriormente Ingeniería. Corría el año 1957 (año arriba o abajo) cuando rebuscando en la librería del consulado Americano (tipo aula cultural en la que prestaban libros y revistas de entonces) y que estaba sita en la calle Buenos aires de Bilbao, encontró unos planos de una tabla de surf. En realidad no tenía muy claro de qué iba aquello pero le atrajo inmediatamente.
Ni corto ni perezoso se puso manos a la obra, nunca por el interés de surfearla, sino de construirla. Sería su mejor maqueta.Siguiendo las instrucciones o más bien , interpretando aquel plano comenzó a trabajar sin saber muy bien en qué acabaría aquello. Lo que finalmente resultó fue una tabla de madera hueca con una estructura interior también de madera que como refuerzo utilizaba piezas en sentido perpendicular a las superficies (como los barcos pesqueros de la época) y todo encolado con cola de carpintero de esa época, también llamada “cola fuerte”, la cual se hacía con cartílagos y huesos de animales.
A medida que le hacía preguntas y profundizamos en el tema, iba recordando pequeños detalles y fijando los tiempos. Como él de carpintería tenía pocos conocimientos aunque hubiera estado preparando pequeñas maquetas, me comenta que para algunas cosas de carpintería, se asesoró y apoyó en el carpintero local que cree recordar se llamaba Juanito Lavilla y que como imaginaréis, de surf, bastante menos que Javier. El lugar donde construyó la tabla fue en el garaje de su casa. En eso también fue pionero porque hay que reconocer que los que vinieron después , todos comenzaron en sus respectivos garajes. Concretamente el garaje de su casa donde construyó la tabla se llamaba (y se sigue llamando) “Villa Luisa” en Munguía, aunque ahora alberga entre otros, a un Centro médico que bien podía haberle diagnosticado en su momento cierto toque de locura (a los artistas y genios, en general , así se les ha encasillado , al menos en un primer momento). No llevaba quilla -para qué iba a llevarla si no estaba seguro cómo funcionaba- y como veréis en las fotos, la parte trasera se parecía al de una piragua ò trainera.
Como ya he comentado, en esa época vivían en Munguía y fueron a probarla a una presa que había en la ría de Butrón. Recuerda que flotaba bien, pero se daba la vuelta con mucha facilidad y era difícil mantenerse sobre ella (seguramente le faltaría algo de parafina). Creo que justamente este diseño tan inusual en esa época (con esa cola tipo trainera o piragua) estaba perfectamente pensado para sustituir a la quilla y no por olvido de ponérsela. Imagino que podría ser algún prototipo de la época bastante meditado y de difícil ejecución. Seguramente hubiera funcionado …… aunque peor que las quillas.
El caso es que se guardo en su garaje durante muchos años y terminaron por tirarla o quemarla. Lástima. Una aberración, en realidad sin el conocimiento del propio diseñador.
Como me fui entusiasmando con la historia le fui preguntando para ver si recordaba más detalles. Uno de los últimos días que hablé con al respecto después de clase, Javier haciendo cálculos, supuso que tendría unos 19 años, pero sin embargo, él cree que fue algo antes. Así que podría ser perfectamente paralela a la que construyó Elejoste en el año 1955.
Roman
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